8.10.05

Romance de la venganza de Emma Zunz

Poema escrito por mi amigo Saúl Sabatini, el Poeta de la Calle Lieja, sobre la base del cuento de Borges

Si me permiten cantar
les voy a cantar el cuento
de una mujer que mató
para aliviar su tormento.

Emma Zunz era su nombre,
y ella guardaba un secreto:
que su padre era inocente
de las cosas que dijeron

y que el verdadero autor
del “desfalco del cajero”
era el dueño de la fábrica
(esclavo de su silencio).

Cuando Emma se enteró
de que su padre había muerto
elucubró un plan preciso
sin dejar ni un cabo suelto.

Primero certificó
lo virginal de su sexo:
se proveyó de testigos,
necesario complemento.

El día de la venganza
se precipitan los hechos.
A Loewenthal le promete,
mintiéndole en el teléfono,

que delatará a los jefes
de la revuelta de obreros.
A un rudo desconocido
Emma le entrega su cuerpo.

Ya tendida la coartada,
se marcha rumbo al encuentro
de quien condenó a su padre
a morir en el destierro.

La oficina está en los altos.
El escritorio es de hierro.
En el cajón, el revólver.
El odio de Emma, en el pecho.

Para el discurso ensayado
no habrá ni espacio ni tiempo:
Loewenthal es castigado
cuando Emma Zunz hace fuego.

El relato que ella hace
es básicamente cierto:
el ultraje, la vergüenza,
de odio su sentimiento,

de Loewenthal el abuso,
de la Justicia el silencio.
Acá se acaba mi historia,
aquí se termina el cuento.

Emma Zunz nunca soñó
que ese episodio violento
se convirtiera en canción,
se convirtiera en recuerdo,

cuando pensó su venganza
aquel catorce de enero,
que culminó el dieciséis
con un disparo y un muerto.

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